“La naranja mecánica”
César Antonio Sotelo
¿Qué puede decirse de esta obra maestra de Kubrick ante la ola de violencia que vivimos los chihuahuenses cada día? ¿Que su visión futurista ya nos alcanzó? ¿Qué la realidad ha superado a la ficción? ¿Qué lo que se vio en su momento como una cinta hiperviolenta y exagerada se ha quedado corta si se compara con nuestra realidad? Porque en este momento, lo que más impacta de “La naranja mecánica” es la capacidad que tuvo Kubrick de visualizar una sociedad deshumanizada en donde la violencia es la forma de expresión que se tiene para llenar el vacío existencial.
Ambientada en un frío futuro no especificado, con una partitura musical paródica que contrasta con la crudeza de las imágenes, una fotografía de colores vibrantes que se impactan en la retina del espectador y un ritmo que subraya la fuerza de las acciones, esta película es un icono cinematográfico que a casi cuarenta años de su estreno sigue estremeciendo a quienes la ven.
La historia de una pandilla de vándalos sin ideología, sentido o justificación a sus acciones, que se limitan a destruir lo que se encuentran a su paso por el mero placer de hacerlo y la forma en que el sistema social lo cura de sus instintos violentos utilizando la violencia son una parábola que nos deja sin aliento, una invitación a reflexionar sobre la sociedad que hemos creado, especialmente en estos tiempos en que la ultraviolencia es el pan de cada día en Chihuahua.
“La naranja mecánica” (“A clockwise orange”, USA/United Kingdom, 1971)
Dirigida por Stanley Kubrick con la inolvidable actuación de Malcolm McDowell.
